La dureza geoclimática de la comarca ha condicionado la supervivencia, obligando al nijareño a escoger en un reducido abanico de posibilidades. La minería dio trabajo hasta 1960. Después, muchos emigraron a Alemania. Otros aceptaron los planes de desarrollo agrario del IRYDA. De nuevo llegaron colonos al llano y se volvió al complejo agro-pastoril de cultivo mixto. (Regadío-secano) con parrales, recolección de almendra, aceituna, higos, miel... El cultivo de frutales sobre todo el naranjo y principalmente maíz, cebada, alfalfa, ajos, patata, habas, tomate, y pimiento, subsiste en el sistema de balates, canales y acequias que los moriscos nos legaron. Riego “a manta” controlado por un “relojero” que abre y cierra las “parás” del agua, en un paisaje de cortijos, eras y molinos. En el campo han proliferado los invernaderos, la producción agrícola, motor principal del municipio, a convertido esta comarca, tierra de emigrantes, en lugar de inmigración para trabajadores de distintos países. Las actuales producciones de agricultura intensiva se afanan en la protección del medio ambiente, reciclando todos los residuos (restos vegetales, plásticos, etc.), aprovechando al máximo el agua (riegos por goteo, cultivos hidropónicos, etc.), e introduciendo cada vez más el cultivo de producción integrada ausente de fitosanitarios. Viva actividad comercial (exportación agroalimentaria) y escasa producción industrial. La ganadería, de pequeños rebaños de ovino, cabra y porcino, en corrales familiares repartidos por toda la comarca, continúa la costumbre de la matanza. La pesca artesanal, con pocos pero expertos profesionales, se mantiene en Agua Amarga, Las Negras, La Isleta, la Fabriquilla y San José, con su pequeño puerto de recreo. El esparto, el telar y la cerámica, ocupa artesanos y da vida a los bazares de Níjar y al resto de la comarca. Estas actividades, junto a los servicios turísticos de la costa y de la villa, mantienen mayoritariamente una escasa población que ronda los 27.000 habitantes en una superficie de 600 kilómetros cuadrados, repartidos en una treintena de barriadas.